¿La zarzuela no va contigo? Sentimos decirte, amigo, que estás muy equivocado. Y es que aunque probablemente no lo sepas, tú también eres un personaje de zarzuela. Quizás tu nombre no sea Don Manolito o Doña Francisquita, pero tu esencia es de opereta. Compruébalo tú mismo:
Te vas de tiendas por Gran Vía
Y aprovechas para mirar a Emilio y Jose Alcázar, los “heavies” de Gran Vía, o a Enrique Bayano, que te espera en la puerta de una gran librería para regalarte un poema. Te encanta la disparidad y el bullicio de esta gran arteria de la ciudad, exactamente igual que a los protagonistas de la zarzuela La Gran Vía, estrenada en 1886.
No dejas de admirarte por lo larga que es la Calle de Alcalá
Aunque no vayas «con la falda ‘almidoná’ y los nardos apoyaos a la cadera» como la florista de Los Nardos, que “sonríe ‘descará’ por la acera de la calle de Alcalá”, te parece que nunca se acaba. Es normal, desde su comienzo en la Puerta del Sol hasta su final en Ciudad Lineal, la calle de Alcalá tiene 544 portales, a lo largo de 10.5 km, en cinco barrios distintos.
Si además de esto, no puedes dejar de pensar “mírala, mírala, mírala, mírala”, puede que tu espíritu esté dividido entre la zarzuela y la movida de los años ’80.
Los domingos toca ir al Rastro y comer por Lavapiés
El barrio de Lavapiés es el origen del Madrid de las zarzuelas. Tanto es así, que de allí viene el llamar a los castizos “Manolos” y “Manolas”. Se dice que tras la expulsión de los judíos en 1492, Manuel era el nombre de bautismo escogido por muchos conversos.
Amas y odias a los “hipsters” de Malasaña
Pronto será demasiado ‘mainstream’ ser un ‘hipster’, y aparecerá otra tribu urbana que rivalice por ser la más ‘cool’. Es un fenómeno que se repite desde los tiempos de la zarzuela: Los ‘manolos’ de Lavapiés estaban enfrentados a los ‘chulapos’ de Malasaña… Y es que hay cosas que nunca cambian.
Publicas en Facebook que has hecho una carrera de 5km
Nunca pensarías que esta costumbre del ‘running’ tenía nada que ver con la zarzuela, pero la obsesión con el ejercicio físico no es nueva. Antes de que acuñásemos el término ‘vigoréxico’ ya existían personajes como Guillermo, de Don Manolito, que no prestaba atención a otra cosa que no fuese el deporte… para desgracia de Margot, la joven protagonista.
Alguna vez has pensado en ponerle una vela a San Antonio
O incluso en pasarte por la ermita del Santo, en el Paseo de La Florida, durante la Verbena de San Antonio, a ver si encuentras novio. Y de paso, comprarte un bocadillo y sentarte a merendar al sol… Igualito que en el segundo acto de Luisa Fernanda.
Cuando vas a visitar a tu madre, le llevas una cajita de ‘violetas’
La leyenda dice que Alfonso XIII compraba estos caramelos en la tienda de la plaza de Canalejas, a la vez para su mujer y para su amante.
Lo cierto es que las violetas (las flores) abundan en el norte de Madrid, y así no es de extrañar que fuese fácil utilizarlas para hacer dulces… O para que los vendiese La violetera. (Vale, esto no forma parte de una zarzuela, pero el cuplé y la revista mantienen el mismo espíritu castizo).
Cada vez que ves a un barquillero, acabas comprando
Actualmente se ha perdido la tradición de jugar a la ruleta del barquillero (según en qué número caía la bola, te daban más o menos barquillos por el mismo precio; o si participaban varios, el que sacaba la cifra menor tenía que pagar los barquillos para todos), pero aun así te parece súper típico ver al barquillero en la Puerta del Sol o en La Latina, y aunque parte de ti cree que no es más que un reclamo para turistas… al final, picas.
Trabajas sentado en un sillón junto a la ventana, tomando un buen café
La inspiración puede llegar en cualquier momento, incluso en una cafetería, donde pasas una buena parte de tu día, seamos sincero… Vale cualquiera en la que haya wi-fi, butacones y grandes ventenas, ya sea una franquicia americana o el Café del Príncipe, donde se reunían los intelectuales del siglo XIX, y donde se reúnen los protagonistas de la zarzuela La Calesera.
Como curiosidad os contaremos que el original Café del Príncipe estaba pegado al entonces Teatro del Príncipe, (actualmente el Teatro Español). Hoy el Café del Príncipe y sus grandes ventanales están en la plaza de Canalejas (justo enfrente de La Violeta) y los modernos prefieren tomar un vino gran reserva mientras escuchan música de cámara en un teatro.
Madrid en agosto, sin familia y con dinero…
Olvídate de Baden-Baden y de Francisco Silvela; tú en agosto estás deseando irte a los jardines de las Vistillas. Porque a lo mejor no tienes un mantón de Manila, pero te encanta ver a la gente bailando el chotis, a la Virgen de la Paloma adornada con claveles, y los concursos de piropos… cosas que solo pasan en La Verbena de la Paloma.
Fotos de Sergi Jasanada, Kus Cámara y Kyle Cassidy.