La revista argentina en España: de los años 20 a 2014

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“Por la Cibeles, cambié mi libertad/ los viejos tangos por un cuarto en el “Palas”/ París por sus nostalgias/ y América por ti”.

Este estribillo, inigualablemente interpretado en la voz, antaño metálica y nasal, de la incombustible reina del género frívolo español, Celia Gámez Carrasco, nos da cumplida cuenta de la influencia que el país gaucho ha tenido sobre nuestra revista musical española aportándonos, qué duda cabe, intérpretes, compañías, espectáculos y, sobre todo, un saber hacer y una forma de interpretar que muy pocos países de habla hispana han hecho a excepción de México.

La llegada a Madrid de la revista porteña fue de la mano de Celia Gámez

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Celia Gámez. Foto: Gyenes

Celia Gámez, nacida en Buenos Aires en 1905, llegó a nuestro país para cobrar una herencia a Casaragonela (Málaga), sin pensar que, en uno de los desplazamientos en tren iba a ser escuchada cantar tangos por la Marquesa de la Corona quien, avispada y sagaz, la invitó a participar en un festival benéfico, ganándose rápidamente a la enfervorizada concurrencia.

De esta forma, Celia se hace tremendamente popular entonando milongas, tangos, vidalitas y otras tantas canciones gauchas como fin de fiesta recorriendo con ello varios coliseos madrileños y diversos lugares de nuestra geografía nacional de la mano del entonces joven representante Juan Carcellé y ¡vestida de gaucho! Entre las que hizo populares destacan El gavilán, Julián, Rinconcito, A orillas del plata, Mariposa de fuego, Mi caballo murió o Milagrosa Virgencita… hasta que el maestro Alonso le ofrece Las castigadoras en 1927 y, desde entonces, subiría peldaño a peldaño en una imparable ascensión hasta el Olimpo de las plateas españolas convirtiéndose en La Perla del Plata, Nuestra Señora de los Buenos Muslos, Santa  Celia, La novia de España… fraguando, en cada nuevo título que estrena y, en cada nueva intervención que realiza, un mito incombustible quien, con su avasallador estilo, su arrebatadora personalidad y su enorme capacidad sobre las tablas, aportó una nueva forma de hacer y entender el género en España.

Ella implantó la comedia musical a la par que introdujo a los bailarines masculinos o «boys» (desde entonces presentes en cualquier espectáculo de estas características), así como a muchos otros elementos: el peinado “a lo garçon”, las medias de cristal, los zapatos de tacón fino, la minifalda, las enormes escaleras de luz por las que la vedette bajaba sorteando todas las leyes de la gravedad… Celia tuvo un reinado que abarcó desde los años veinte hasta bien entrados los años sesenta, coincidentes con el aperturismo imperante que, poco a poco, iba degradando el género.

Para la historia quedan títulos como Las leandras (1931), con sus inmortales Pichi y Los nardos; Las de Villadiego (1933), El baile del Savoy (1934), La Cenicienta del Palace (1940), Yola (1941), con el celebérrimo Mírame; Si Fausto fuera Faustina (1942), Hoy como ayer (1944) y su inmortal pasodoble Luna de España; La estrella de Egipto (1947) y su mastodóntico éxito El beso; La hechicera en palacio (1950) con la popular Estudiantina portuguesa; El águila de fuego (1956)…

Pero la presencia de Celia Gámez en España abrió un largo camino para que otras estrellas y compañías porteñas recalaran en nuestro país cobijadas bajo el palio de la inigualable artista bonaerense.

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Azucena Maizani. Foto: El rincón del tango

Así, pues, durante los años de la II República española nos visitará, por ejemplo, la Compañía de Revista de la argentina Azucena Maizani al tiempo que se estrenan títulos como Buenos Aires en Madrid (1931) en el Teatro de La Zarzuela con un elenco en el que destacaban los actores Marcos Caplán, Alfredo Carniña, Pedro Quartuca, Ramón Espeche, Severo Fernández y Juan Cuartuchi, teniendo como figura principal del espectáculo a Gloria Guzmán, artista argentina muy conocida por el público madrileño por sus actuaciones en coliseos como el Eslava o Romea, a la que seguían vedettes como Pepita Cantero y Sofía Elena Bozán o Tres gallinas para un gallo (1934) con libreto de Antonio Paso y música de los maestros Alonso y Forns en la que la artista argentina Gloria Guzmán fue sustituida por otra de la misma nacionalidad: Perlita Greco, por citar solo dos significativos y exitosos ejemplos.

Junto a ellas, el paso de los años también aportó a la revista musical española distintas estrellas argentinas que como Liana Maurich, Perla Cristal, Emilia y María Caballé, Cora Gámez (hermana de Celia), Nené Morales, Violeta Montenegro, Rossanna Yanni, María Luisa Labal, Nélida Roca, Ethel y Gogó Rojo, Alicia Alzaga, Mirta Amar Diana Cortesina, Beatriz Savón… o actores y cómicos como Rafael Arcos, Bigote Arrocet en títulos como Enseñanza libre (1900), Revista argentina (1931), Una conquista en París (1953), Música y mujeres (1957), El gato celoso (1960), Especialista en desnudos (1977), ¿Con quién me acuesto esta noche? (1978), Tres para uno (1991), Esta noche… exo (1995), El Cirilo y doña Paca… ¡¡Vaya traca!! (2008)… todas ellas con la presencia de vedettes argentinas.

Los frutos de la «revista porteña»

Aún así, la influencia de la “revista porteña” va más allá ya que, por ejemplo, otra de las formas teatrales, heredera de los áureos cómicos de la legua, los teatros ambulantes y portátiles de variedades, fueron también germen de artistas gauchos que deambularon por toda la geografía nacional en teatros como el Radio Teatro, de Salvador Hervás y su posterior reconversión en el Teatro Lido; el Teatro Chino de Manolita Chen o el Chino de Antonio Encinas y, por encima de todos, cómo el lector habrá podido imaginarse, el Teatro Argentino de Manolo Llorens y Juan Jiménez Perroni, que empezó siendo un destartalado barracón ambulante de feria donde su propietario hacía números de gaucho (su origen evidentemente era argentino) para acabar convirtiéndose en el palacete de lona y madera que fue el tristemente desaparecido coliseo itinerante.

Pero es mucha más la huella que encontramos de Argentina en nuestra Revista española, habiéndonos aportado números musicales como la Milonga argentina en Blanco y Negro (1920); Tango desgraciadito de En plena locura (1928); Caricatura del tango de El divino calvo (1928); Tango gaucho de La mejor del puerto (1928); Zapateado argentino en ¡Oiga, oiga! (1929); Tango del moreno de El ceñidor de Diana (1929); el tango El tangolio, de El sobre verde (1927); Tango-chotis de Las tentaciones (1932); La Tangolita de El baile de Savoy (1934); Mi viejo tango, de Viena es así (1945); Mujer fatal, de Vacaciones forzosas (1946)… aparte de haber constituido Argentina un exótico país donde transcurrían parte o algunos argumentos de los libretos de revistas, amén de la nacionalidad elegida por los comediógrafos para ubicar a sus personajes, tal y como sucede en Las vampiresas (1934), ¡Así es América! (1953), Te tocó la rupertita (1977)… o estrellas españolas que acudieron al país gaucho a buscar fortuna como Raquel Daina, quien triunfó en el Teatro Nacional de Revistas de Argentina, Trini Morén que triunfó en el Maipo, Isabelita Ruiz que desgraciadamente fracasó y tuvo que regresar a España…

Ahora, con la llegada a los Teatros del Canal de Reina Reech con su grandioso espectáculo de luces, colores, lentejuelas y sonrisas, la “revista porteña” ha vuelto a encontrar en España un nuevo rinconcito en el que alegrar la vida a todos los españoles que se acerquen, y lo recomendamos encarecidamente, a ocupar unas butacas en las que podrá olvidar sus penas, cantar, reír y, sobre todo, cantar al unísomo con las vicetiples, suripantas, chicas de conjunto o bataclanas…: “¡¡VIVA LA REVISTA!!

Dr. Juan José Montijano Ruiz

Universidad de Granada

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