Teatros Canal
El Festival de Otoño sabe bien eso de que “los treinta son los nuevos veinte”. Después de 32 ediciones, la cita escénica más importante en Madrid ha cambiado sus fechas, pero no su esencia. El llamado FOP sigue siendo ese primo moderno y algo rebelde que todos tenemos, al que nunca vemos porque no para de viajar, y el que nos cuenta cuáles son los imprescindibles en el resto de Europa o nos recomienda estar atentos a esa película que solo se verá en los cines durante dos días.
Pero el Festival de Otoño llegó a nuestras vidas mucho antes de que existiese Ryanair y de que Google nos lo chivase todo. Cuando en 1982 se puso en pie la primera edición del festival, suponía una oportunidad difícilmente accesible hasta entonces: la de conocer (o en algunos casos re-conocer, pero siempre admirar), el trabajo de los creadores punteros en otros países. Ya no importaba que no pudieses dejarlo todo para ir a Berlín; en tu propia ciudad podías ver el último montaje de la compañía del Teatro Volksbühne. Después del calor del verano, llegaba un soplo de aire fresco a los escenarios de la capital. Para las compañías, el Festival de Otoño se convirtió en una posibilidad de darse a conocer, y con el paso del tiempo, Madrid fue parada obligatoria en sus giras internacionales. Muestra de ello es el caso de Peter Brook, que repite cada año en el Festival.
Festival de Otoño: eclecticismo, mezcla, atemporalidad y fidelización
32 años después, el lema principal del Festival de Otoño sigue siendo el mismo que cuando empezó: eclecticismo. Su programación presume de ser variada y multidisciplinar, y con razón: si bien su base son las propuestas teatrales, se encuentran entre sus citas espectáculos de música, danza contemporánea o circo, por ejemplo.
Otro pilar de su éxito es el acierto a la hora de jugar con las combinaciones. Propuestas de gran envergadura dan la mano a otras obras de pequeño formato. De igual manera que hay grandes nombres de la escena, como Robert Lepage, un habitual del Festival de Otoño a Primavera, programados en paralelo a jóvenes todavía desconocidos, pero que vienen comiéndose el mundo. Incluso historias clásicas de las artes escénicas, como un Cyrano de Bergerac revisitado, comparten cartel con poemas dramáticos, como los de Rodrigo García, que llega al Festival de Otoño tras haber conquistado a la crítica internacional.
Una imagen de Cyrano de Bergerac.
Por todo esto, y por saberse parte de una experiencia única, quien prueba, repite. A lo largo de 32 ediciones, el Festival de Otoño ha conseguido fidelizar tanto a público, que espera el anuncio de la programación con entusiasmo, como a artistas (por ejemplo Israel Galván, que agotó todas las localidades en la pasada edición y regresa este año con FLA.CO.MEN). En cada edición, sin embargo, se ‘estrena’ algún artista consagrado en el Festival. Este año es el turno de Isabella Rossellini, la musa del cine independiente de Hollywood, que pondrá el cierre a la trigésimo segunda edición del FOP con un monólogo en el que nos contará todos los secretos de la naturaleza y del sexo. Este montaje nació como un encargo de Robert Redford y el Festival de Sundance.
¡Ya quisiéramos muchos cumplir primaveras como el Festival de Otoño!
Fotos: Festival de Otoño / Hervé All
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