¿Alguna vez te has preguntado cuál es el origen del teatro?

Teatro de Epidauro en Grecia

Todo amante del teatro conoce el halo de unicidad que rodea a las artes escénicas. Cuando vamos al teatro la experiencia siempre es única e irrepetible (ya sea para bien o para mal). La manera en que percibimos un espectáculo varía según el azaroso contexto que nos rodee: el espacio en el que se representa el montaje, el día de la semana que vemos la función, el público que nos acompaña, los actores y su forma de moverse en el escenario… No hay dos representaciones teatrales iguales; por imperceptible que resulte, en cada una de ellas cambia algo. Y esa es, en gran parte, la magia del teatro. La emoción del directo, lo que lo hace insustituible. Tanto, que lleva siglos cautivándonos. Porque el origen del teatro, tal y como lo conocemos ahora, tuvo lugar hace muuucho tiempo. ¿Te vienes de paseo por los inicios de esta disciplina artística?

 

El origen del teatro (cuándo, dónde y cómo)

Tenemos que viajar varios siglos atrás para descubrir cómo se construyeron los cimientos del teatro contemporáneo actual. Concretamente, hasta la Antigua Grecia, cuna de la civilización occidental y, por extensión, de su cultura. Fue en la región del Ática donde surgió el teatro como “arte dramático”, en torno al siglo VI a.C. En esa época era costumbre celebrar fiestas en honor a Dioniso, dios del vino y de la fertilidad, para pedirle que la cosecha fuera buena. Estos festejos se dividían en tres tipos, las Grandes Dionisiacas, las Dionisiacas Leneas y las Dionisiacas Rurales, que se celebraban en diferentes épocas del año.

En las Grandes Dionisiacas tenían lugar los llamados ditirambos: una especie de coro formado por unos cincuenta hombres o niños, cuyo contenido era más lírico que dramático. Los griegos disfrutaban de este ‘espectáculo’, en el que también se danzaba, mientras bailaban y bebían. El coro lanzaba ritonellos, un grito que se repetía y que se alternaba con el canto del exarconte o corifeo, el guía del coro que, más adelante, se convirtió en el primer actor.

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Procesión dionisíaca en un sarcófago de mármol. Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

Los primeros géneros teatrales: tragedia, comedia y drama satírico 

Los ditirambos fueron evolucionando hasta dar lugar al género de la tragedia griega. El término ‘tragedia’ proviene de ‘trasgos’, que en griego significa ‘macho cabrío’. Y es que durante las dionisiacas se sacrificaba a un carnero para que su sangre fecundara la tierra.

Respecto a la comedia, el otro género teatral primigenio, resulta difícil establecer cuándo y cómo se originó. Algunos libros mencionan los himnos fálicos (rituales dedicados al dios Fales) como origen del género, pero este tipo de rituales no incluyen todas las características de la comedia, por lo que nunca ha quedado del todo claro. En el teatro griego hay un tercer género, el drama satírico, que guarda más parecido con la tragedia que con la comedia, aunque se diferencia de ella en el tono (más ‘divertido’), en el tipo de representación y en que el coro está formado por hombres que hacían de sátiros.

 

¿Quién es el padre del teatro? 

Es difícil responder a la pregunta de ‘quién es el padre del teatro’ con una única respuesta, ya que la escena teatral clásica tuvo varios progenitores. Dos de los más importantes son Tespis y Esquilo. ¿Por qué?

Tespis (550 – 500 a.C.) fue un dramaturgo griego considerado el primer actor de la Historia, al ser el primer corifeo que se separa del coro en los ditirambos. Al separarse del coro, el predecesor del resto de actores en el mundo ya no solo recita o canta, si no que dialoga y actúa, dando lugar al nacimiento de las primeras estructuras del teatro moderno. A Tespis también se le atribuye la creación de la tragedia como género teatral, pero no se conserva ninguna obra suya.

Esquilo (525-456 a.C.) es el primer autor clásico del que conservamos alguna obra. Si Tespis es el inventor del género trágico (al ‘convertirse en el primer actor, separarse del coro, etc.), Esquilo es el primer dramaturgo, el autor más antiguo de este tipo de teatro, según los documentos de los que tenemos constancia. Él firma, por tanto, la primera obra teatral conocida de la historia. Concretamente, de Esquilo conservamos siete tragedias: Los persas, Los siete contra Tebas, Las suplicantes, Prometeo encadenado y la trilogía de la Orestiada (Agamenón, Las coéforas, Las eúmenides). Otro dato importante del trabajo de Esquilo es que fue el primero en incluir a un segundo actor en sus representaciones teatrales.

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Representación de ‘Antígona’, tragedia de Sófocles, por el Víctor Ullate Ballet en el Festival de Mérida de 2019.

Sófocles (496-406 a.C.) y Eurípides (480-406 a.C.) son las otras dos grandes figuras de la tragedia griega. El primero incluyó un tercer actor en sus obras y, el segundo, mantuvo a esos tres actores e introdujo un cuarto que no hablaba. Las tragedias de Sófocles son de una relevancia fundamental para el género y seguro que te suenan algunos de sus títulos: Áyax, Antígona, Edipo Rey, Electra, Filoctetes, Las Traquinias, Edipo en Colono. En cuando a Eurípides, se conservan 17 de sus tragedias, entre las que destacan Alcestis, Medea, Ifigenia en Áulide, Andrómaca, Electra, Las bacantes y Las troyanas.

En la comedia griega también hay nombres importantes que han pasado a la historia del teatro. Aristófanes (444 – 385 a.C.) fue el primer comediógrafo del que tenemos constancia. Entre sus comedias más conocidas se encuentran Las nubes (donde se burla de Sócrates y los sofistas), Las ranas (se burla de Eurípides), Las aves, Las avispas (se burla de la justicia) o Lisístrata. Menandro (342-291 a.C.) fue el mayor representante de lo que se denominó ‘comedia nueva’, pues introdujo elementos diferenciadores respecto al período anterior como la supresión del coro o el abandono de temas heroicos por temas cotidianos. Además, comienza a crear diálogos más enérgicos, lo que supone un paso significativo en la evolución del teatro griego hacia formatos más parecidos al teatro actual. El misántropo (Dyskolos) es la obra más completa que se conserva de este comediógrafo.

 

¿Cuándo se fundó el primer teatro?

El primer teatro que se fundó, como te puedes imaginar, se creó en honor al dios de las artes escénicas, la fertilidad y el vino. Todo parece indicar que el Teatro de Dioniso, situado al sur de la Acrópolis de Atenas, fue el primer y mayor teatro de la Antigua Grecia. Su construcción inicial se realizó en el siglo VI a.C. y en torno al año 333 a.C. fue reconstruido por el legislador Licurgo.

El theatron (‘lugar para ver’) donde se comenzaron a realizar las representaciones teatrales que antes se habían hecho al aire libre- constaba de tres partes: el koilon, espacio que ocupaban los espectadores; la orchestra, zona para el coro; y la skene, el lugar donde se situaban los actores. Estos teatros se solían construir en la confluencia entre dos colinas, de manera que en la ladera se situaba el graderío o koilon, en la parte baja y con forma circular se colocaba la orquesta y, al fondo, la skene o escenario. No nos podemos olvidar del proskenion, la zona o muro que se encontraba entre el escenario y la orquestra, parecido al actual proscenio. Tampoco del altar a Dionisio que incluían todos los teatros de este período, y que se situaba al lado del escenario. Aún se conservan restos de algunos de estos grandes auditorios griegos como el Teatro de Epidauro en Grecia o el Teatro de Siracusa en Italia.

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El plano del Teatro de Dioniso como ejemplo de un teatro griego clásico.

                                                             

Después de Grecia: breve repaso de la historia del teatro 

Si siguiéramos paseando por los orígenes e historia de las artes escénicas nuestra siguiente parada sería el teatro romano, que adaptó muchas características del griego (aunque hay quien defiende que parte de su origen proviene de la civilización etrusca). Podríamos situar sus inicios en torno al siglo IV a.C. cuando ya existían los ludi circenses (juegos circenses). Más tarde llegaron los ludi scaenici, las representaciones teatrales, que poco a poco irán evolucionando e imponiéndose a las circenses. En Mérida, Sagunto, Cádiz o Segóbriga se encuentran algunos de los teatros romanos más impresionantes que se pueden ver en España.

Con la caída del imperio romano y la llegada del cristianismo, los espectáculos escénicos desaparecen momentáneamente, y vuelven a resurgir con el teatro medieval y sus dramas litúrgicos, misterios, teatro profano, bufones o juglares. Hay pocas manifestaciones escénicas conocidas del medievo español más allá del Auto de los Reyes Magos (probablemente del siglo XII y de autor desconocido) y las obras de Gómez Manrique del siglo XV.

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Cuadro de Peeter van Bredael que representa una escena de la ‘Commedia dell’arte’.

De la Edad Media pasamos al Renacimiento. El teatro renacentista se caracteriza, entre otras cosas, por la vuelta a lo clásico (idealización de lo griego y lo romano), el tratamiento de temas como el carpe diem o el locus amoenus, los autos sacramentales (que son una evolución de los ‘misterios’ medievales), la famosa Commedia dell’Arte en Italia…y, por supuesto, el teatro isabelino en Inglaterra dentro del que se inscribe la obra del dramaturgo más importante en lengua inglesa: William Shakespeare. Con La Celestina de Fernando de Rojas daría comienzo el prolífico teatro español del Siglo de Oro, los corrales de comedias y los grandes autores escénicos de la época: Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Juan Ruiz de Alarcón o Agustín Moreto.

Después llegaría el neoclasicismo con figuras como Moratín y su obra El sí de las niñas; el teatro romántico con el Duque de Rivas (Don Álvaro o la fuerza del sino), José Zorrilla (Don Juan Tenorio), Víctor Hugo, Alexandre Dumas; el realismo, el naturalismo…y así seguiríamos hasta llegar a la actualidad, paseando por numerosos nombres, épocas y tipos de teatro que han ido surgiendo a lo largo de la historia. Todos diferentes, con peculiaridades y señas de identidad propias, pero conectados por un vínculo esencial: la magia que genera el carácter único e irrepetible de la representación teatral, ese halo de unicidad que nos lleva cautivando siglos, desde que los primeros griegos danzaban y cantaban en honor a Dionisio.

 

Fotos: Uta Scholl/Jero Morales/Dominio Público/Haiduc/De Vol de nuit

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