Hablan de él como un ‘dios del teatro’, un ‘héroe con un gran talento regalado por el destino’, ‘un gurú teatral’, ‘el más claro representante de un nuevo teatro argentino’ y ‘una de las figuras más prometedoras del teatro latino’… pero, por si todavía no sabes quién es, te presentamos a Claudio Tolcachir y la fórmula de su éxito.
La necesidad agudiza el ingenio
Claudio Tolcachir es un actor, dramaturgo, director y profesor de teatro, nacido en Buenos Aires en 1975. Comenzó su carrera en la interpretación, tanto en el circuito profesional como en el independiente. Pero su éxito llegó como director, y lo hizo justo cuando menos tenía.
Nos remontamos a 2001. Argentina estaba en plena crisis económica, a la que los historiadores han dado el nombre de Cacerolazo. El Gobierno había impuesto el ‘corralito’, prohibiendo la retirada de dinero en efectivo de los bancos. En diciembre de ese año, la gente salió de manera espontánea a las calles, hasta que el presidente Fernando de la Rúa declaró el estado de sitio, que suprimía las garantías de la constitución. Las protestas, que llevaban sucediéndose todo el mes, fueron tan tumultuosas aquella noche, que terminaron con la renuncia del presidente.
En este contexto de inestabilidad, Claudio Tolcachir comienza a ensayar teatro en su casa, con sus compañeros, como una “necesidad” frente a la realidad del país. Así nació Timbre 4, y toda una nueva ola de teatro independiente argentino. Como ocurre actualmente en Madrid, las pequeñas compañías empiezan a proliferar. Ya no es tan importante la gran producción como la propuesta y el riesgo. Son propuestas que brotan de la necesidad.
La sala de teatro independiente Timbre 4
En el barrio bonaerense de Boedo, junto a la casa de Claudio Tolcachir, está este piso que se convirtió en sede del teatro independiente. Un espacio donde el grupo podía llevar a cabo investigaciones, entrenamientos y presentaciones.
La primera obra que tuvieron en cartel fue Jamón del Diablo, que tuvo una buena acogida. Y La omisión de la familia Coleman catapultó a la compañía al éxito internacional. A partir de su estreno en 2005, vinieron los festivales extranjeros, los galardones, y la ampliación de la sala.
Hoy, Timbre 4 tiene una segunda sala conectada a la original. Ya no es sólo un lugar de representación, sino también una escuela, que forma y entrena a actores de todos los países.
El éxito de Claudio Tolcachir
Claudio Tolcachir alcanzó la fama a la vez que la familia Coleman. Desde que el espectáculo se presentó en Madrid, el argentino está de moda en Europa. Sus textos se estrenan a ambos lados del charco (como fue el caso de Emilia); y dirige obras para los principales teatros del país (por ejemplo Todos eran mis hijos, de Arthur Miller; o La Mentira, de Florian Zeller). Por sus trabajos, ha recibido los premios ACE, Clarín, María Guerrero, Teatros del mundo y Teatro XXI.
Pero a Tolcachir no se le ha subido la fama a la cabeza. Los actores que trabajan con él coinciden en señalar su humildad y su compañerismo. Destacan de él, además, un don. El de convertir a todos los componentes de un proyecto, en un equipo, una familia.
¿Qué aporta este director que nos gusta tanto? Precisamente eso, la familiaridad. Las obras dirigidas por Claudio Tolcachir reflejan la verdad, aunque a veces ésta sea tragicómica. Puede que su éxito consista en reconocer esa incomodidad de la vida, que en ocasiones deja a la mitad de la sala muerta de risa y a la otra mitad perpleja.
Otra de las características del teatro del director es el compromiso que se establece con el público. En una entrevista de hace unos años, el dramaturgo declaraba: “Cuando una función es una comedia pura y dura está bien, es tranquilizador o, cuando ves un drama puro, te preparas para sufrir y ya está. Pero cuando no sabes qué tienes que pensar o sentir, te involucras más como espectador.” Claudio Tolcachir huye de grandes puestas en escena a favor de una audiencia cómplice, que sienta junto a sus personajes y sea capaz de entender su manera de ver el mundo.
La omisión de la familia Coleman
La omisión de la familia Coleman nació a partir de improvisaciones con los actores de su compañía, a horas intempestivas, cuando todos podían coincidir, incluso si alguno de los actores tenía que participar por teléfono. A base de improvisar, escribir, ensayar y reescribir, se llegó al texto final.
Estrenaron hace ya 13 años, con la intención de mantener la obra en cartel un par de meses. El boca-oreja hizo el resto. Han actuado en más de 20 países y ante casi 300.000 espectadores.
La familia Coleman está llena de miembros incapaces de comprenderse, de cuidarse los unos a los otros. Tienen que luchar por sobrevivir. Como en Argentina en 2001. Como, en general, en el teatro y en la vida.