Seguro que has oído hablar de lo que es un Escape Room o del fenómeno de los Juegos de Escape. Estás encerrado en una habitación con un grupo de personas y para encontrar la llave tenéis que ir encontrando las pistas antes de que se acabe el tiempo… La aventura y la adrenalina están servidas. Pero hay mucha más ciencia detrás de estos juegos. Te explicamos el enigma de su éxito.
Un poco de contexto
El primer Escape Room apareció en Kyoto en 2007. No tardó en expandirse por Asia (China es el país con más establecimientos de este estilo), Europa del Este, Canadá y Estados Unidos. Su éxito fue tal, que en Budapest y Bucarest -las dos ciudades europeas pioneras- ¡llegaron a abrir 150 locales en cuatro años!
Además de en número, han aumentado cualitativamente. De montar un Escape Room en un sótano vacío, hemos pasado a verdaderos escenarios de película. Todos los sentidos están implicados: el oído, el olfato, incluso el gusto… Se trata de sumergirte en el ambiente que te proponen: de terror, de detectives, de zombies…
El Escape Room y sus efectos en el cuerpo humano
Muchos de los factores de un Escape Room son parecidos a los que se dan durante un espectáculo teatral: es una experiencia en vivo, compartida con más gente, que es capaz de afectarnos emocionalmente, etc. Ya sabíamos que el teatro es bueno para la salud, pero el Escape Room tiene un componente añadido: la adrenalina.
El cuerpo humano segrega adrenalina cuando nos encontramos ante un peligro. Nos ayuda a reaccionar y protegernos de él, pero también produce en el organismo una sensación de euforia. Además, estimula la liberación de dopamina, esa sustancia que llaman ‘la hormona de la felicidad’. Salvando las distancias, químicamente nuestro cuerpo reacciona de forma parecida ante un reto que durante un orgasmo… No hace falta explicar por qué puede ser adictiva, ¿no?
El Escape Room según la Psicología
Para entender el éxito del fenómeno Escape Room es importante recordar la teoría del flujo, del psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi.
Decimos que una persona está en este estado mental cuando está totalmente enfocado en la tarea que está realizando. Esta actividad tiene que mantener un equilibrio entre el nivel de habilidad y el desafío; y además los fallos y éxitos tienen que ser objetivos, aportando así una sensación de control personal.
Cuando se dan estas circunstancias, la gratificación personal es tal que “se nos pasa el tiempo volando”… ¡Por eso en un Escape Room hay un reloj que te va recordando la hora!
Participar en la experiencia de un Escape Room también resulta muy interesante para estudiar la psicología de grupos. El ‘experimento’ tiene sentido: unes a una serie de individuos independientes, pero que deben actuar de manera conjunta ante un entorno. ¿Qué creéis que ocurre? Normalmente, de manera espontánea, se crean relaciones de influencia y de interdependencia. Alguien se establece como líder (a menudo, la persona que menos esperabas); y cada componente del grupo acaba asumiendo un rol que ayude al conjunto.
El trabajo en equipo y la rapidez a la hora de tomar decisiones son otras cualidades que afloran en un Escape Room. Por eso, muchas empresas someten a sus empleados a este tipo de juegos para darse cuenta de cómo sacar lo mejor de sus trabajadores en el entorno laboral; o para observar de qué manera diferentes grupos soportan la presión. Algunas de las primeras en lanzarse al juego de escape fueron Facebook, Pizza Hut, Google o Netflix.
La Economía del Escape Room
Montar un Escape Room puede ser relativamente viable, todo lo que hace falta es un sótano y un poco de inventiva. Pero, ¿qué atrae al público para pagar por quedarse encerrado en el laboratorio de un zombie?
La respuesta tiene que ver con lo que B. Joseph Pine y James H. Gilmore definieron en 1999 como la Economía de la experiencia.
Para explicarlo brevemente, la Economía se divide generalmente en tres sectores. Primero, la Economía Agraria, es decir, lo que necesitamos para sobrevivir. Después, la Economía Industrial (cuando compramos bienes materiales, como muebles, lavadoras, etc.); y por último, la Economía de Servicios (restaurantes, cines, transportes, medios de comunicación…).
La innovación de Pine y Gilmore fue la de darse cuenta de que, cada vez más, el consumidor prefiere gastar su dinero en vivir algo nuevo, en lugar de comprar pasivamente. Una experiencia es una situación ante la cual un individuo responde, y como consecuencia, deja un recuerdo, y produce una serie de cambios: físicos, intelectuales, emocionales o espirituales. El ejemplo perfecto es el de tu amiga que se fue a la India… y volvió siendo otra.
Quizás sea en el turismo donde más se note este auge de la Economía de la experiencia, pero el Escape Room comparte algunos elementos: es una nueva forma de ocio, que además puedes compartir con amigos, y su valor económico es mucho más accesible.
Para terminar, la clave de la Sociología sobre el Escape Room
Como tantos productos y servicios en el mercado hoy en día, el público objetivo de un Escape Room es el de los millenials: chicos jóvenes entre los veinte y treinta años.
La Sociología propone una explicación a esto que no deja de ser curiosa. Los millenials han pasado buena parte de su tiempo frente a un videojuego, una pantalla de ordenador, o chateando por el móvil. Sin embargo, existe una tendencia cada vez mayor hacia actividades más sociales y más físicas: los videojuegos pueden ya incluir varios jugadores, y consolas como la Wii están centradas mayoritariamente en el aspecto físico del juego.
Frente a estos cambios, un Escape Room es una alternativa de ocio perfecta: combina los aspectos intelectuales y físicos. Además, propicia la creación de equipos y las relaciones entre ellos, en un entorno donde desarrollar la imaginación.
Viéndolo así, ¿aún no entiendes por qué triunfan los Escape Rooms?
Fotos: Rob Young / Moderna de Pueblo