Dijo Platón que “la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo” y, sin ánimo de ponernos filosóficos, hay que reconocer que no se le ha hecho demasiado caso al sabio, al menos en España, donde la música es la asignatura pendiente.
No hay padre moderno que no haya grabado con el móvil cada mínimo avance que hace su hijo hasta que consigue caminar. Lo mismo ocurre con los primeros balbuceos, que en ocasiones llevan a los progenitores a repetir en bucle vídeos que bien merecen ser subtitulados, asegurando que eso que se escucha es la primera palabra de su retoño. Presumen con orgullo cuando los pequeños consiguen dar una patada al balón o cuentan hasta diez sin equivocarse, y fantasean con un futuro prometedor al escucharles decir ‘good morning’. Sí, todo eso está muy bien pero, ¿qué hay de la música?
Que no les falte nunca la música
Por un lado, encontramos a los devotos de la estimulación temprana que confían en que poniendo sinfonías de Beethoven con unos auriculares en la barriga de una madre gestante conseguirán despertar el talento innato (nunca mejor dicho) del futuro genio. Malas noticias: no está demostrado científicamente que el grosor de las capas que rodean al feto dejen que escuche algo más que un susurro. Por otro, están los que consideran las actividades musicales como un tipo de ocio elitista al alcance de unos pocos. Pues ni una cosa ni la otra.
Acercar la música a los niños supone siempre una aportación positiva, ya sea como espectadores o como participantes activos, de forma que ellos mismos tengan que poner a prueba sus aptitudes o simplemente la disfruten dejándose llevar.
Frente a la alfabetización y las matemáticas, la música es la asignatura pendiente
Está comprobado que, a pesar de que la música es la asignatura pendiente de muchos planes escolares, esta favorece el aprendizaje a todos los niveles: tanto la alfabetización como la asimilación de los procesos matemáticos son más rápidos, porque se potencia la memoria y la capacidad de comprensión en ambos casos. Además, la música favorece la concentración y mejora la capacidad de asimilación de otros idiomas.
La música es una herramienta más que ayuda a los niños en su expresión corporal y les aporta nuevos recursos, al fomentar que sus movimientos se adecuen a los distintos ritmos. A través de la música, el niño puede mejorar su coordinación y aplicar esas mejoras a otras conductas.
Además, la música supone un lenguaje en sí misma, ayuda a expresar y a recibir emociones y lo hace desde el primer momento en que los niños se acercan a ella, ya sea poniendo un instrumento en sus manos, en un taller de música y movimiento, escuchando con atención una buena obra o asistiendo a un concierto.
El Ciclo Ibercaja de Música es un magnífico ejemplo de cómo todas las partes implicadas en un concierto reciben los beneficios que la música puede proporcionarnos. La Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, formada por más de doscientos músicos con edades comprendidas entre los 5 y los 25 años, se esfuerza por hacer que la música no sea la asignatura pendiente de sus miembros, implicándoles en un programa que ofrece desde las más refinadas obras de cámara hasta conciertos didácticos con músicas actuales para toda la familia.
El resultado de esa participación es evidente tanto sobre el escenario, donde se aprecia cómo el esfuerzo y el disfrute pueden ir de la mano en el caso de sus músicos, como en el patio de butacas, en el que suenan con la misma fuerza los aplausos de los más veteranos y los de aquellos que se acercan a la música por primera vez.