El propio autor de La ópera de cuatro notas, Tom Johnson, no entiende el éxito de esta obra que sigue produciéndose por todo el mundo 40 años después de su publicación: “Si lo entendiese sería capaz de escribir otra, pero no existe una fórmula”, confiesa. Aunque quizás el factor determinante podría ser su facilidad para llegar a todo tipo de públicos: “Puedes tocarla para niños, para adultos, para enamorados de la música clásica ¡o para gente que no ha ido a la ópera en su vida!”.
Por eso, tanto si te conoces al dedillo la programación de ópera en Madrid, como si eres un hater del género, este post te interesa.
Minimalismo reconvertido en ‘MIRimalismo’
Para entender cómo nació La ópera de cuatro notas hay que tener en cuenta que su compositor podría encuadrarse dentro de la corriente minimalista. Por eso, cuando empezó a trabajar en los primeros bocetos de esta pieza, utilizó la escala más sencilla, una de cinco notas (pentatónica). Sin embargo, un día se dio cuenta de que no necesitaba la quinta nota… “Pensé: una ópera de cuatro notas… ¡y me encantó como título!”.
Eso fue en 1972, y desde entonces cada montaje del espectáculo ha sido completamente diferente. “El propio Johnson hace hincapié en que cada producción puede ser como le pase por las narices al director, en este caso, mis narices”, explica Paco Mir, quien pudo ver la pieza en la Ópera de La Bastilla (en París), y que asegura que su montaje del espectáculo en los Teatros del Canal en Madrid tendrá impresos sus rasgos MIRimalistas: “¡O me retiro de la profesión!”.
Esas cuatro notas (re, la, mi, si), que se repiten formando inimaginables melodías, van acompañadas de unos textos donde los cantantes de la ópera no dejan de reírse de sí mismos y de sus guerras internas. La traducción se ha hecho “con mucho cuidado para sacar el máximo provecho del original”. Tanto autor como director defienden el humor dentro de la música clásica, que en palabras de Paco Mir está subestimado: “Lo dramático siempre está mejor valorado que lo cómico, cuando quien lo ha probado sabe de sobra que lo segundo es más complicado de hacer”.

De pie, el elenco de La ópera de 4 notas, junto con el director musical. En el banco, Paco Mir y Tom Johnson, director y compositor de la obra.
La ópera en Madrid ya no es sagrada
“Parece que la palabra ‘contemporánea’ da miedo, sobre todo si va acompañada de la palabra ‘música’, pero, en el caso de La ópera de cuatro notas, estamos ante una obra muy agradable y muy simpática”. Como Paco Mir, otros directores apuestan por desacralizar la ópera y la música contemporánea, ya sea acercándola al público, o escandalizando al respetable.
Los espectadores de ópera en Madrid hemos podido disfrutar varias veces de montajes de Calixto Bieito, que nunca deja a nadie indiferente, o de Emilio Sagi, quien también pasará por los Teatros del Canal con L’Isola Disabitata. Ambos directores dan buena muestra de cómo la ópera y los nuevos tiempos van irremediablemente cogidos de la mano.