Nos preguntamos si cuando en 1911, la Hispanic Society of America le pidió a Joaquín Sorolla que pintase Visión de España, (14 paneles para decorar su biblioteca), lo que tenían en mente los neoyorkinos era esa imagen turística que se vende de España en las postales: playa, paella y verbena. Si era así, debieron de quedarse muy sorprendidos (esperamos que para bien) cuando vieron que el pintor valenciano había llegado a un plano mucho más profundo de las costumbres españolas.
Prueba de su calado es que un siglo después sus óleos siguen inspirando a otros artistas, como es el caso de Antonio Najarro, director del Ballet Nacional de España, que basa en estas escenas su espectáculo Sorolla; o de Davín Palacín, fotógrafo burgalés que ha pasado cinco meses de su vida trabajando en Bailando Sorolla, una exposición que retrata a los bailarines de la compañía, con el vestuario de Nicolás Vaudelet, y que puede verse hasta el 14 de septiembre en la Casa Museo de Sorolla.
Bailando Sorolla
Cuenta David Palacín que ver el espectáculo Sorolla “fue alucinante, un impacto visual considerable”. Gracias a eso surgió el proyecto de retratar a los bailarines del Ballet Nacional de España, “sientes la necesidad de que lo vea más gente”.
Si la danza tiene la clave del porqué, la casa de Sorolla tiene la respuesta al cómo. “Desde la primera visita al museo se fraguó la idea de integrar texturas de los cuadros de Sorolla en las fotografías. Hice fotos de los cuadros y más fotos de los bailarines, y en la edición se completó todo. Han sido muchas horas de trabajo y mucho esfuerzo de postproducción”, nos cuenta el fotógrafo.
Un esfuerzo que, sin dudarlo, ha dado sus frutos. Uno entra a la exposición y oye comentarios como “esto es pintura al agua” o “mira qué uso del óleo”, y no puede sino sentirse extrañamente satisfecho. El trío pintura-danza-fotografía funciona. Antonio Najarro, que estuvo presente en todas las sesiones fotográficas a sus bailarines, ha sabido elegir bien la pose. “Por eso está tan bien plasmada la esencia del bailarín, nadie mejor que él los conoce”, reconoce Palacín, que confiesa que ha tenido que adaptar su trabajo (normalmente más sereno, más estético) a lo que la serie requería: “Antonio tenía muy claro que en las fotos tenían que verse bailarines”.
Retratos de España
Pero esta exposición no solo ha atrapado a los artistas –“tienen mucha sensibilidad, mucho mundo interior, retratarlos es muy interesante”. Al igual que ocurriera con los lienzos de Sorolla, se respira en las fotos, como en las coreografías, el espíritu de cada región: el mar, la fuerza de la tierra, el olor del eucalipto o del incienso, incluso podemos oír los caballos.
Todo está cuidado al milímetro, y esa armonía es uno de los recuerdos más especiales del fotógrafo. “El día de la inauguración fue muy especial para mí. Yo no había tenido una conversación con los bailarines desde que hicimos el retrato y tampoco sabía qué opinaban exactamente del trabajo. El verlos allí todos juntos, mirando su foto, contentos, retratándose con ella, fue un momento muy importante”.
Desde entonces, dice David Palacín que todavía no ha ido a su exposición “de incógnito, a escuchar a la gente”, pero asegura que hará una escapada en septiembre: “hay muchos amigos que han visto el trabajo, pero quieren ver el espectáculo. Vendré acompañado”.
La foto de portada es de Rodrigo Menezes. Las fotos del artículo corresponden a la exposición Bailando Sorolla, de David Palacín.