El teatro y la ciencia buscan juntos la fórmula de un milagro

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Carmen Simón trabaja en el Centro Nacional de Biotecnología, estudiando los virus que atacan a las plantas. Carlos Jiménez es uno de los socios y fundadores de Arte-Factor, una empresa que se dedica a la producción y distribución de artes escénicas. A primera vista nada les une, pero han decidido unir fuerzas por una causa común. Y es que Carmen y Carlos son dos de las personas que van a hacer posible la función de El jardín de Venus, a beneficio de Apadrina la ciencia.

El teatro y la ciencia siempre están en crisis

Un mal que comparten el teatro y la ciencia es que parece que siempre están en crisis. Si bien el momento actual es difícil, la preocupación al hablar de ocupación en las salas o de venta de entradas viene de antiguo. Lo mismo sucede con la ciencia que, en palabras de Carmen Simón, «nunca ha gozado de una buena situación. Si tenemos la crisis que tenemos es porque en el pasado no se ha puesto suficiente empeño en la ciencia».

Afortunadamente, los dos ámbitos coinciden también en la cura de su enfermedad, y esta no es otra que la resistencia inagotable de quienes se dedican a ellos. «Si me tocase la lotería seguiría yendo a trabajar, a mí me ha tocado la lotería haciendo lo que hago», asegura Simón. Acompañada de otros cinco científicos -«comemos juntos y siempre nos quejamos de cómo están las cosas»-, Carmen Simón decidió ponerse manos a la obra y empezar a construir Apadrina la ciencia, una fundación cuyo objetivo principal es fomentar la investigación científica en España y su difusión en la sociedad.

Carlos Jiménez tampoco se enfrenta a una tarea fácil. En 2013, él y Pepe Claudio, su socio en Arte-Factor, se lanzaron a una aventura poética, consistente en producir obras de teatro basadas en textos de autores españoles vinculados con la poesía. Así nació el ciclo Los martes, milagro, que lleva ya 14 producciones, entre las que se incluye El jardín de Venus«En este país la poesía se ve como algo aburrido. Así que si somos capaces de llenar una sala de teatro un martes por la tarde, ¡sería un milagro! Hasta ahora hemos llenado. El milagro se produce porque hacemos un esfuerzo ímprobo».

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El elenco de «El jardín de Venus».

El teatro apadrina la ciencia

Cuando Carlos Jiménez escuchó hablar de Apadrina la ciencia lo tuvo claro: «todo el mundo debe poner su granito de arena. Nosotros queríamos echar una mano». Una reacción parecida tuvieron los hasta ahora 200 colaboradores que apoyan la causa de la iniciativa científica, que incluyen a nombres de prestigio internacional, como Margarita Salas, y de todas las ramas de la ciencia, incluidas las ciencias humanísticas, que tienen su máximo representante en Carmen Caffarel, quien dirigiese el Instituto Cervantes hasta 2012. «Estoy harta de que la gente me pregunte ‘¿eres científica?, ¿y qué curas?’. Todo es ciencia, y todo es fundamental», explica Carmen Simón.

La iniciativa tiene ya fijados objetivos concretos: «Como vemos los problemas que hay desde dentro, sabemos dónde con muy poco esfuerzo se puede sacar mucho beneficio, y eso hace que la comunidad científica nos dé su apoyo. Nuestro primer objetivo es conseguir dos contratos para dos personas que hayan terminado su doctorado. Esas plazas saldrán a concurso público, porque otro compromiso fundamental es la transparencia. No queremos financiar nuestras propias investigaciones». Para conseguir este objetivo, cada mes quieren hacer una acción que no solo les ayude a recaudar fondos, sino que también les acerque al público general.

Una mezcla entre un culebrón latinoamericano, Alicia en el país de las maravillas y Samaniego

Una de estas acciones tiene nombre y apellidos, los de Félix María Samaniego, el autor en cuyos textos se basa El jardín de Venus. Todos conocemos su trabajo con la poesía dirigida a niños (La cigarra y la hormiga, etc.), explica Jiménez -que además ha hecho la dramaturgia para este espectáculo-, pero El jardín de Venus permite descubrir aspectos del autor nada conocidos, más allá de sus fábulas. Carlos Jiménez no puede contener las risas mientras nos habla del espectáculo: «El jardín de Venus era el equivalente a las películas porno de ahora. Como no había cine, la burguesía leía este tipo de cosas, muy subiditas de tono, pero con un lenguaje muy elegante».

EL JARDÍN DE VENUS from arte-factor on Vimeo.

Esta elegancia la han mantenido en todo el montaje: «La historia es muy divertida, pero con un humor inteligente. Es la oportunidad de ver a muy buenos actores encima del escenario, que además tocan el piano, bailan, cantan…». Ayuda a esta elegancia el vestuario de Miguel Ángel Milán, quien también se encarga del vestuario de la serie de televisión Amar en tiempos revueltos.

Entre risa y risa, le pedimos a Carlos Jiménez que nos defina el espectáculo en una sola frase: «Es una mezcla entre un culebrón latinoamericano, Alicia en el país de las maravillas y Samaniego».

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