La bailarina Tamara Rojo se sienta frente a nosotros calmada, para hablar del estreno en España de Le Corsaire. Domina no solo sus zapatillas de punta, sino también unos tacones vertiginosos. Quiere cambiar la percepción que se tiene del ballet como algo antiguo y aburrido que solo cuenta historias de hadas. Quiere que el público vaya a la danza como va al teatro: esperando una historia relevante para ellos, que les emocione. Son objetivos ambiciosos, pero la primera bailarina y directora artística del English National Ballet (ENB) no muestra un solo quiebro de flaqueza. Lo cierto es que toda ella desprende un aura de tranquilidad, casi de inocencia…
Pero de inocente, nada. Diosa entre las diosas de la danza, Tamara Rojo también tiene caprichos, y pequeñas travesuras. Nos confesó en secreto sus pecados capitales:
Lujuria: ¿con quién te gustaría despertarte después de una noche de pasión?
Con José Antonio Marina, me apasiona la filosofía.
Pereza: ¿remoloneas o saltas de la cama?
Remoloneo, remoloneo, remoloneo…
Gula: ¿En que plato eres una cocinillas?
La gula no es cocinar, es comer.
Ira: ¿qué te saca de tus casillas?
Que se salten la cola, me he vuelto muy británica.
Envidia: ¿por quién te cambiarías, de la realidad o de la ficción?
Admiro y me inspira mucha gente pero me ha costado mucho tiempo acostumbrarme a ser quien soy como para empezar a cambiarme ahora.
Codicia: ¿eres de los que acumula las entradas al teatro y los programas de mano, o los tiras sin contemplación?
En este caso sufro del síndrome de Diógenes. ¡No hay quien entre en mi casa!
Soberbia: ¿en qué eres el mejor?
Soy LA mejor…
¿Qué virtud tienes que te redime de todos tus pecados?
La humildad.
Sobre la bailarina Tamara Rojo
Comenzó sus estudios de danza en Madrid, y a los 17 años ya bailaba profesionalmente en la compañía de Víctor Ullate. En 1997, recibió una invitación personal para formar parte del English National Ballet, y en tan solo seis meses se convirtió en la primera bailarina, un cargo que ocupó durante tres años. Quién le iba a decir a la bailarina Tamara Rojo en aquel entonces que acabaría siendo la directora artística de la compañía que le dio su primera gran oportunidad.
Después del ENB vino el Royal Ballet, y a la vez que bailaba con la compañía más prestigiosa de Reino Unido, viajaba de manera habitual, como artista invitada por los ballets más famosos del mundo: el Ballet Mariinski de San Petersburgo, el Ballet de Tokyo, el Ballet de La Scala, el Ballet Nacional de Cuba… El nombre de Tamara Rojo se ha convertido en sinónimo de calidad allá donde vaya.
Dice que quiere darle al ENB «una identidad propia»: «a partir de ahora, cuando en Reino Unido se haga Le Corsaire, será ‘como el del English National Ballet». De lo que no nos queda duda es de que tendrá el sello de identidad de Tamara Rojo.
Fotos: Tamara Rojo / Johan Persson.