Albert Boadella prepara Ensayando Don Juan, un montaje con Arturo Fernández que se estrenará en febrero en los Teatros del Canal de Madrid. Estuvimos en el casting final convocado por el ex Joglars para descubrir cómo superar un casting.
Durante el casting, un joven actor pasea nervioso, asumiendo las indicaciones que Boadella le da: “Tienes dos segundos para hacerte un esquema mental”. Toma aire y comienza: “No quiero que se asusten, es una transformación lenta…”. Lo que sigue es una improvisación donde el actor bebe un líquido imaginario y se convierte en María Callas, en un dictador, en un perro… “Les pido que improvisen porque así veo rápidamente sus reflejos, su espontaneidad y su imaginación”, explica el director. Pero ¿qué hay que tener para convertirse en el Don Juan de Albert Boadella? Él mismo lo cuenta:
¿Quién puede acceder a una audición contigo?
Bueno, como teatro público yo creo que existe la obligación de dar la posibilidad a todo el gremio. Yo siempre trato de no contar simplemente con los amigos, sino que abro el casting a todos los actores que nos presenten un currículum de trabajo.
¿Qué aporta a la producción un casting tan amplio?
Siempre tienes que tener la esperanza de la sorpresa, y siempre aparece. Hay gente que a lo mejor no tiene un nombre demasiado relevante en este oficio, y son actores o actrices con un talento indiscutible, que no habían tenido hasta ahora la ocasión de mostrarlo.
Yo he encontrado siempre los actores a través de audiciones. Incluso cuando estaba en la compañía Els Joglars, periódicamente convocaba un casting por el que a veces pasaban hasta 200 personas. Un actor de la categoría de Ramón Fontseré apareció en un casting. Y además, casi sin técnica, porque era muy jovencito y solo había hecho algunos cursos…, pero tenía algo… Y ha sido un actor extraordinario. Hay que arriesgarse.
¿Cómo es el proceso de casting?
Primero hago una selección muy rápida en relación a la tipología de los personajes que ya tengo pensados. Pasado este proceso, hago una eliminación importante; de 55 personas dejo unas 10 o 12, y entonces ya trabajo con ellos y les voy cambiando las situaciones a mi gusto. Les hago hacer siempre la contra de su propia personalidad. Un actor hace de todos los demás menos de él; por eso tengo que tratar de encontrar una personalidad distinta, opuesta a lo que parece que es su forma, su carácter.
¿Qué buscas en un actor que te lleve a escogerle?
Lo que miro sobre todo es la capacidad de retención. Es decir, si las indicaciones que yo doy las retienen y las ponen a la práctica. Este es un elemento esencial, porque si no retienen, por muy buenos actores que sean, quiere decir que son poco moldeables, por lo menos ante mi forma de trabajo. Y después está la pura intuición de muchos años de conocer gente. Me digo: “este entenderá perfectamente lo que quiero” o “con este no hay feeling”. Entre un director y unos actores es obligado que exista una compenetración muy grande; es algo casi sensorial.
¿Qué sorpresa te has llevado en estas audiciones?
La gente que ha venido tiene ya un nivel, cosa que hace años no sucedía. Antes había unos altibajos tremendos. Eso quiere decir que hoy en día las actrices y los actores tienen una formación profesional más sólida. Las dudas han sido muchísimas, porque tenía que escoger entre gente que estaba muy bien. Muchas veces he tenido que escoger porque me encajaba mejor el tipo, más que directamente por su talento.
¿Qué consejo darías a los actores que se preparen un casting con Albert Boadella?
Sobre todo, que se muestren muy espontáneos y muy sinceros. Prefiero que no piensen: “este director va a querer que haga esto y lo otro”. Hacerse el listo no sirve para nada, porque lo notas. Es mucho mejor si se muestra con naturalidad, sin querer seducirte, sin forzarse a seducirte.
Y vosotros, ¿qué característica creéis que es imprescindible para convertirse en un Don Juan?