Secretos de Macbeth y el 3D

El encuentro entre José Tomé, actor principal y director de audiovisuales de Macbeth, y Alejandro Andújar, responsable del vestuario, se produce sobre el escenario de la Sala Verde de los Teatros del Canal. Días después del estreno, se han propuesto desvelarnos algunos secretos sobre el espectáculo y su protagonista. A un lado, una gran gasa rígida impregnada de caucho. Al otro, un ciclorama negro. Un ambiente tétrico los envuelve a media luz, como la que predomina en esta arriesgada producción en 3D dirigida por Helena Pimenta. Una versión de William Shakespeare interpretada por Ur Teatro, con la intervención del Coro de Voces Graves de Madrid ofreciendo fragmentos de la ópera homónima de Giuseppe Verdi. Llega tras meses de gira, y un año desde su gestación.

José Tomé.- Ha sido un trabajo largo. Cuando hicimos las primeras pruebas, Alejandro Andújar nos hablaba de la luz y de cómo conseguir que el vestuario destacara sobre la sensación de ilusión que podría generar el 3D. Después, ha habido una labor minuciosa entre todas las partes…

Alejandro Andújar.- Sí, ha sido como unir dos obras de teatro en una misma. Lo verdaderamente mágico ha sido la coordinación del actor físico con el actor proyección. Y eso ha supuesto también un reto para el vestuario. Algo difícil, que la compañía no había hecho antes. Por ejemplo, había un diseño de iluminación para lo que aparecía en vídeo y uno para el espectáculo real.

El resultado es una obra compacta en la que confluyen a la perfección la actuación y la proyección. Por ella circulan célebres personajes como Lady Macbeth (Pepa Pedroche), Duncan / Macduff (Óscar S. Zafra), Banquo (Tito Asorey) o Malcolm (Belén de Santiago) y efectos especiales que recrean batallas, paisajes marinos o interiores de un castillo. Un cúmulo de traiciones, ambiciones y conspiraciones de la época, sin perder ni un ápice de fiabilidad sobre el texto original ni, por supuesto, de actualidad.

J.T.- Queríamos que el espectáculo tuviera un toque cinematográfico, sin perder la poética. Las brujas eran brujas; el fantasma, el fantasma… Hemos querido contar el cuento de Macbeth de una manera espectacular, inventándonos una poética propia para esta historia.

A.A.- Recuerdo que por eso decidimos ambientarlo en una época singular, la Primera Guerra Mundial, porque recoge el sentido épico de las batallas de la época de Shakespeare y a su vez es parte de nuestra historia más contemporánea. Además, es una muy rica en cuanto a vestuario. La compañía me enseñó una foto de un soldado de la batalla de Verdún, con un casco y una máscara, sobre un caballo. Y ahí empezó todo.  Parecía un caballero medieval, podría ser un Macbeth del siglo XIII. Sin embargo, la foto era del siglo XX.

El espectáculo refleja la vida de un personaje histórico como Macbeth. Un héroe convertido en villano, fruto de su desmedida ambición, que fue rey de los escoceses durante el siglo XI. Shakespeare relataría esta historia en forma de tragedia escrita en prosa y verso (y 5 actos) seis siglos después, en el XVII. Su ímpetu y forma de proceder, suya y del resto de personajes, fue un reto para el director de vestuario, que no sólo se armó de picas, bayonetas o monos y máscaras de gas propias de la Gran Guerra.

A.A.- Al principio, Macbeth lleva un guardapolvo de la época del oeste americano. Después, un abrigo de gala como los de los cosacos del siglo XIX en Rusia, en la época Romanov. Otros abrigos rusos conviven de forma natural durante la obra. Casi todo lo adquirimos en una famosa sastrería de Madrid, otros complementos han venido de fuera, como los cascos suizos. Intentamos que todo fuera original. Aunque el peso y la complejidad de las prendas ha sido un reto para el trabajo de los actores. Sin embargo, estas trabas de vestuario les ha supuesto un reto positivo en la interpretación.

J.T.- Cada vez que hacemos una función estamos más sueltos, y eso corre a nuestro favor…

Con todo, sobre el papel del protagonista, el de Macbeth, recae la fuerza del espectáculo. Lo confiesa José Tomé, madrileño afincado en el País Vasco, con una templanza que sería inaudita a la hora de interpretar a su vehemente personaje. El vestuario también corre sus riesgos, según Alejandro Andújar, nacido en Cáceres, aunque con 15 años de trabajo a sus espaldas en Madrid. Trabajan juntos por primera vez, sin embargo, por la cercanía de sus conversaciones, parecen conocerse desde siempre.

J.T.- Hay un gran peso, de responsabilidad. A veces me veo en mitad de la obra diciendo: “¿Lo estás diciendo?” Es un papel muy rico. Cuando sales al escenario, los compañeros también te acompañan, te dejas llevar. Cada día se descubren cosas nuevas. Por ejemplo, que Macbeth no es tan malo. Es un héroe-villano y a veces te tienes que compadecer de él. Es un texto que está muy bien escrito, y perfectamente adaptado por Helena [Pimenta].

A.A.– En vestuario también te das cuenta de que hay un proceso de experimentación. Quince días antes del estreno debían estar todos los elementos listos, y Helena [Pimenta] tenía que redondearlo todo. Cambiaron cosas. Cada detalle significaba mucho. Por ejemplo, cómo llevaba el recogido del pelo Lady Macbeth o cómo debía ir desabrochado Macbeth. Los actores han hecho muy suyo el vestuario. José tiene mucha intuición para ello…

J.T.– Sí, pero también aprendes. Ves, por ejemplo, que el abrigo en cada época lo movían o maleaban de una forma diferente.

A.A.- Hay un momento durante vuestro plan, con Lady Macbeth, que cómo lo mueves, es brillante. Pocas veces he visto lucir tanto un vestuario. Es una obra donde apenas hay color, más que en las caras y las manos. Y hay algo muy sutil, que es el uso del rojo. Sólo aparece en dos cartas, unas manos ensangrentadas y el momento de la muerte de Macbeth. Esto ha hecho calibrar el resto de colores del vestuario, que son más tenues.

Junto al vestuario, la poderosa intervención sobre el escenario del Coro de Voces Graves de Madrid, interpretando fragmentos de la ópera Macbeht que se combinan con música original compuesta por el director musical de esta representación, Iñaki Salvador.

J.T.- A Verdi se le acusa de que Macbeth no era una ópera, sino casi un recital. Y esto ha jugado a nuestro favor, porque nos ha permitido adecuar el texto a los acordes. Juan Pablo [de Juan, director del Coro] e Iñaki [Salvador] se encargaron de complementar las composiciones originales de la ópera con otras creadas para la ocasión. Fue difícil. Intentaron jugar con las partituras y después trasvasarlas a las voces graves.

Un aspecto, el musical en directo, que se enriquece con el visual, en 3D. Los dos proyectores de 6.000 lumens, con una óptica de 0.8, se unen sobre las pantallas del escenario creando el llamado efecto blending o de confluencia de imágenes. La proyección se emite desde la cabina sobre una gasa pintada instalada en el escenario (de unos 4,50 metros de alto x 10 de ancho) y, a cierta distancia, al fondo, un ciclorama de 5 metros cuadrados. La escenografía de la gasa es de Jesús Acevedo (Esfumato). Salamanca, Olmedo, Huelva, Sagunto, Almagro… Con toda la complejidad y el desgaste físico que también conlleva esta producción, finalmente y después de una larga gira veraniega, ha llegado hasta Madrid.

A.A.- ¿Qué comería Macbeth?

J.T.- Pues es verdad que no prueba bocado durante la obra. Pero si hubiera que elegir, quizás sería un chuletón.

Macbeth. Del 30 de noviembre al 18 de diciembre de 2011. Sala Verde de los Teatros del Canal. Entradas desde 10 €: http://www.teatroscanal.com/users/comprar-entradas.aspx?code=69456

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