Jean Claude Carrière lleva zapatillas tipo ‘Vans’ y una maleta tipo ‘Kipling’. Dice que le gusta el contacto con los jóvenes, y está claro que bebe tanto de ellos como al contrario. A sus 85 años, el autor de Las palabras y la cosa da clases para nuevos cineastas, en tres idiomas: francés, inglés y español, este último aprendido “sobre todo en las tabernas, aunque tengo un deje mejicano, hermanitos…”.
No es cierto. Su castellano es espléndido y lo habla con la delicadeza y dulzura que le dedica al lenguaje de cualquier país: “Cómo hablas marca tu manera de sentir el mundo. Cada idioma tiene una relación particular con un pueblo y con una persona, y eso es un tesoro que no se puede perder. Por eso mis esfuerzos para conservar los secretos del idioma”.
«A Buñuel le habría encantado el resultado»
Esos esfuerzos se refieren a Las palabras y la cosa, una obra que escribió a raíz de una apuesta con los Buñuel (padre e hijo): ¿Quién de los tres sería capaz de escribir más sinónimos de la palabra ‘polla’ en su lengua materna? Ganó el francés, y de la anécdota surgieron primero una novela y luego una obra de teatro (“quizás algún día una película”, bromea), que se ha llevado ya a cuatro idiomas: francés, alemán, catalán y ahora al español. “A Buñuel le habría encantado el resultado, porque siempre dijo que el castellano tenía seguro más palabras escondidas”.
Preguntarle por Buñuel, con quien colaboró durante 19 años, era obligado, como cada vez que tiene una entrevista en España, pero Jean Claude Carrière afirma que no le molesta. “Mi relación con Buñuel ha sido tan fuerte, tan cariñosa y afectuosa, y para mí ha sido un hombre tan extraordinario, que un día me dije a mí mismo: jamás voy a rehúsar hablar de Buñuel”. Su recuerdo es casi cotidiano. A veces, aun ahora, me da consejos no solo sobre mi vida profesional, sino también sobre mi vida privada. Él era un hombre muy moral, tenía una moral personal pero muy estricta. Al menos una vez a la semana le pregunto: ¿Luis, crees que debo hacer esto o aquello? Y a veces me responde”.
La inagotable relación de Jean Claude Carrière y Peter Brook
Está claro que la mente de Carrière es un lugar concurrido, porque además de con Buñuel, habla con Shakespeare: “Es que ellos se conocen, se han encontrado ahí y se estiman mucho”. Las conversaciones con el bardo inglés se remontan a cuando trabajaba con Peter Brook en los cuatro montajes shakespeareanos que hicieron juntos: “Trabajar con Shakespeare, los dos solos, de las 7 a las 9 de la mañana, cada día, era empezar el día con el nivel más alto; después, el resto, te parece más fácil. Me acuerdo de que Shakespeare es un hombre muy amable, muy bien educado, que miraba mi trabajo y me decía: ‘Sí, está bien, pero bueno, en inglés aquí hay una pequeña diferencia que no he visto en francés’. Hay que trabajar y trabajar hasta que se encuentra”.
En Peter Brook ha encontrado un colaborador, pero también un amigo. “Hemos trabajado juntos 37 años hasta ahora. Es un hombre increíble y maravilloso, totalmente diferente a mí, pero nuestra colaboración ha sido una maravilla, particularmente con Mahabharata: ha sido la obra más importante de mi vida”. Al día siguiente de esta entrevista tiene previsto cenar con Brook, en París. “Tiene cerca de 92 de años, y siempre es un placer. Un día estábamos tomando un café en Avignon, en una terraza, y había un periodista que nos preguntó: “¿Pero siempre tienen cosas que decirse el uno al otro, después de tantos años?”.
Fue gracias a Peter Brook por lo que Jean Claude Carrière se lanzó de lleno a la aventura del teatro. “La forma de expresión del teatro es única. Especialmente ahora, con los nuevos medios de comunicación, es la única manera de juntar a dos grupos de seres humanos vivos, al mismo tiempo y en el mismo lugar. El espectáculo es la forma de encuentro más antigua del mundo y seguramente la más viva hoy. No podría dejar el teatro”.
¿Es que no piensa parar? “No tengo ninguna razón para dejar de trabajar -responde- me encuentro bien, y los jóvenes directores de cine vienen a mí para trabajar conmigo. Son una nueva generación, ¡y me encanta!”.