Antes de seguir con esta entrevista os recomendamos que saquéis los huevos del frigorífico… Porque el secreto de los huevos fritos de María Pagés es reducir la diferencia de temperatura: “el aceite muy caliente, pero los huevos, del tiempo; si no, ¡se rompen!”.
Natural y cercana como la imagen de mujer real que reivindica en su nuevo espectáculo, Yo, Carmen, “la Pagés” nos prometió que nos contaría sus pecados capitales “sin intentar ser ocurrente, a ver qué me sale”.
Lo que salió fue una entrevista de lo más jugosa, casi tanto como sus huevos fritos:
Sobre la bailaora María Pagés
Dijo José Saramago que “ni el aire ni la tierra son iguales después de que María Pagés haya bailado”. La fascinación por la bailaora es algo que comparten con el escritor portugués en muchos países del mundo; como prueba, su éxito en giras internacionales: Canadá, Turquía, Bucarest o China son algunos de sus destinos habituales.
Parte de esta admiración se debe a su buen hacer: comenzó bailando de manera profesional en la compañía de Antonio Gades, junto a quien participó en las películas de Carlos Saura Carmen, El amor brujo y Flamenco. En 1990 creó la compañía que lleva su nombre, y desde entonces María Pagés ha creado 13 espectáculos, con los que no ha dejado de cosechar éxitos como coreógrafa a la par que intérprete.
Sin embargo, lo que hace particular a María Pagés es su manera de entender el flamenco como un arte sin barreras, capaz de traspasar las fronteras culturales y artísticas y con una estética propia. Según sus palabras, “el flamenco es un claro ejemplo de cómo la unión entre culturas, razas y religiones puede crear un eco común”.
Fruto de esta visión muticultural son sus colaboraciones con artistas del mundo de la ópera, como Plácido Domingo; la copla; la danza clásica (compartió el escenario del Teatro Real con Tamara Rojo), o con artistas de la danza contemporánea como Sidi Larbi Cherkaoui.