Peter Brook, el octogenario que sigue en su empeño de revolucionar el teatro tendrá, no cabe duda, defensores y detractores. Pero hay algo que nadie puede negarle: sabe lo que quiere. Nadie como él para explicar qué hay detrás de The Valley of Astonishment, que se estrena en Madrid dentro del Festival de Otoño a Primavera, y sobre todo, qué podremos ver (o mejor dicho, sentir) los que lo veamos desde la butaca. Os dejamos con sus propias palabras.
The Valley of Astonishment, por Peter Brook
Si vamos al teatro, es porque queremos que nos sorprendan, incluso que nos ‘maravillen’. Y sin embargo, solo aquello que sentimos fuertemente relacionado con nosotros mismos consigue emocionarnos. Estos dos elementos tienen que darse a la vez: lo conocido y lo extraordinario.
En The Man Who, la que fue nuestra primera aventura por los laberintos del cerebro, conocimos casos neurológicos que, en el pasado, habían sido convenientemente tachados de ‘locos’. Nuestra primera sorpresa fue encontrarnos con personas como nosotros, pero cuya enfermedad hacía que su comportamiento fuese totalmente impredecible. Verles era doloroso, aunque muy divertido en ocasiones; pero siempre resultaba conmovedor, profundamente humano.
En The Valley of Astonishment exploramos de nuevo el cerebro. Llevaremos al espectador a territorios nuevos y desconocidos, a través de personas cuyos secretos vitales son tan intensos, tan empapados de música, color, gusto, imágenes y recuerdos, que pueden pasar del Paraíso al Infierno y volver en solo un instante.
Enlazamos esto con un gran poema persa, El congreso de los pájaros. 30 pájaros en búsqueda de un rey tienen que cruzar siete valles, cada uno de ellos con mayor sufrimiento y aprendizaje. Una serie de anécdotas increíbles sobre la vida de la época, con poesía y humor, ponen la nota de contraste con la historia.
De igual modo, explorando las montañas y los valles del cerebro alcanzaremos el valle del asombro. Avanzando con los pies firmes sobre la tierra, nos adentraremos a cada paso un poco más en lo desconocido.
Peter Brook
El texto fue publicado originalmente en el blog del Young Vic Theatre de Londres. Las fotos son de Colm Hogan y Pascal Victor /ArtComArt.