Don Juan Tenorio no ligaría en el siglo XXI

Don Juan Arturo Fernández Boadella foto Owain Shaw Photo

Don Juan no envejece, dijo Zorrilla: “Con defectos tan notorios vivirá aquí diez mil soles; pues todos los españoles nos la echamos de Tenorios”. El tiempo le ha dado la razón al autor de Don Juan Tenorio, que ve su obra representada cada primero de noviembre en diversas ciudades. Su versión del mito donjuanesco es quizás la más conocida, pero no la primera, ni mucho menos la única. Desde que Tirso de Molina describiese por primera vez a don Juan en El burlador de Sevilla, ni Mozart, ni Molière, ni Byron pudieron resistirse a sus cortesías, hasta llegar en nuestros días a Albert Boadella, que ensaya su particular versión del mito de este galán que, en palabras del director: “Representa el sentir de ciertos machos españoles”. Pero ¿y si don Juan viviese en el S. XXI?

boadella Ensayando Don Juan foto Owain Shaw

Un desafío muy ‘de la casa’

“Clamé al cielo, y no me oyó.

Mas, si sus puertas me cierra,

de mis pasos en la Tierra

responda el cielo, no yo”.

Así se rebela don Juan tras haber asesinado al Comendador (el padre de doña Inés). Una reacción que no deja de ser, según Albert Boadella, un desafío a los cielos, y una manera de eludir su responsabilidad: “Esos elementos son muy españoles, muy de la casa”. No es su rebeldía la única manera en que la figura de don Juan ha cambiado nuestra sociedad: “El arte influencia la vida muchas veces: el Tenorio ha creado un estilo, ha influido de cierta manera en la forma de tratar o incluso de atacar a las mujeres”, explica el director.

boadella Ensayando Don Juan foto Owain Shaw

Sin embargo, tanto don Juan como Zorrilla se quedarían impresionados, si levantaran la cabeza, con el cambio radical que ha sufrido nuestra sociedad reciente, “especialmente desde hace unos 30 años”, apostilla Boadella: “La mujer está en una posición muy distinta, y el hombre que quiera ejercer de Don Juan se encontrará con poquísimas mujeres que le acepten. Más bien, el testigo se les pasa a ellas, y empezamos a encontrar a la mujer buscona o donjuanesca, que es la que lanza los ataques al hombre”.

El último don Juan

En Ensayando Don Juan, la obra que dirige Boadella, esta mujer está representada por el personaje de Angélica, que quiere montar un Tenorio “demostrando la influencia negativa del Don Juan sobre los españoles, y la idea de que todos los hombres son violadores compulsivos”. Es una mujer actual, pero llevada al extremo.

Como contraposición está el personaje de Fernando, que interpreta Arturo Fernández: “Arturo representa un concepto de lo antiguo, una idea más caballeresca, incluso donjuanesca, de la elegancia”. «Yo lo enfrento al teatro burgués, que es el que hacemos mayoritariamente hoy los comediantes, ya sea Peter Brook, Angélica Liddell o yo mismo en muchas ocasiones», nos cuenta Albert Boadella. No podría haber hecho este montaje con ningún otro actor: “Arturo es el último galán español. Con unos conceptos de relación con la mujer que no son los actuales: siempre elegante, es noble y pícaro a la vez».

boadella Ensayando Don Juan foto Owain Shaw

Don Juan no ligaría en el siglo XXI

La vida debía de ser más fácil para los donjuanes allá por el siglo XIX, cuando el nombre de Giacomo Casanova aún resonaba en boca de las mujeres, y cuando Zorrilla escribió el Tenorio. Pero quién le iba a decir a Zorrilla que Gregorio Marañón elaboraría toda una teoría acerca de la posible homosexualidad de don Juan; que Jardiel Poncela haría parodia de su figura, y que las féminas (sobre todo, las feministas) no caerían rendidas a sus pies, sino que pedirían ensartada su cabeza. No solo en la vida real, también en la literatura: Cristina Gutiérrez, escritora mejicana, describe en su novela Doña Juana de Tenorio a una mujer que, movida por la venganza, decide seducir a cuantos hombres pueda, para después romperles el corazón. Su novela se publicó en 2005 (Plaza y Janés), pero mucho antes, en 1860, Charles Dickens ya había hablado de una mujer que manejaba a su antojo al sexo masculino, en Grandes Esperanzas.

Todo parece indicar que el seductor lo tendría difícil si diese un salto en el tiempo desde 1844. Quién le iba a decir a don Juan, que no ligaría en el siglo XXI.

(Las fotos pertenecen a los ensayos del montaje de Ensayando Don Juan, y son de Owain Shaw Photo)

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